viernes, mayo 15, 2009

Historias verdaderas

Historia Nº 1 de la “Habilla”
Nota: La habilla es un laxante natural, se parece al haba y si la comes con la telita del centro no solo es laxante, sino también vomitivo.
Victoria tenía 10 años aproximadamente y vivía en Lambayeque. Estudiaba en la Escuela Fiscal y tenía una compañerita llamada Rosita que siempre le pedía que le invitara lo que comía: “Victoria, ¿Qué comes?... ¿me invitas?” y Victoria siempre tenía que invitarle, pero esa situación de no poder mover la boca sin que Rosita le pida que le invite tenía un poco harta a Victoria, y aun asi no podía decirle “No! no te invito” (lo he comprobado personalmente, no se puede decir que no). A Victoria se le ocurrió un día hacer algo para que Rosita no le vuelva a pedir su comida. Un día mezclo habillas con maní, mientras ella comía el maní Rosita le pidió nuevamente que le invite
Rosita: “¿Qué comes, Victoria?”
Victoria: “Mani, quieres?”
Y zuacate! Le da maní con habillas, con todo y la telita.
Al día siguiente Rosita no fue al colegio, y las profesoras se preocuparon y averiguaron que le había pasado. Por los síntomas (como si algo le hubiera caído bomba) le preguntaron que había comido, y lo único que había comido había sido el maní que le invitó Victoria, así que las profesoras acorralaron a Victoria, y tuvo que confesar lo de las habillas. La castigaron haciéndola escribir 100 veces “No debo dar habillas a mis compañeras” y le dijeron que al día siguiente debía pedir disculpas a Rosita delante de todo el colegio a la hora de la formación; pero como Victoria no estaba de acuerdo, por que ella lo hizo en defensa propia y por que ya estaba harta de Rosita la pedilona, llegó tarde al colegio y se libró de esa parte del castigo.

Historia Nº 2 de la “Habilla”
La mamá de Victoria notó que alguien se pericoteaba el azúcar, por que todas las mañanas llenaba el azucarero, y para la hora del lonche estaba a la mitad. No estamos hablando de un azucarero de ahora, sino de uno de los años 30, o sea un tremendo azucarero, por lo que era muy sospechoso que se acabara tan rápido. A la mamá de Victoria, doña Esther, se le ocurrió moler habillas (sin la telita) y mezclarla con el azúcar; alguno de sus 4 hijos debía ser: Manuel, Osquitar, Victoria o Enrique. Para la hora del lonche Osquitar no paraba de ir al baño, y fue así como doña Esther descubrió que Osquitar se comía el azúcar… le dio un té bien cargado y tan tan.

Ahora yo solo quisiera saber donde puedo conseguir unas cuantas habillas!